18 de febrero de 2011

Las manzanas P. 2

Parte 2:

A veces se saca la ropa y piensa en el amor, en la manera más plástica de desvestirse. Antes pensaba en el ojo de dios mirándola y le producía terror y vergüenza, pero ahora piensa en una cámara con ojos de gente sensible que la mira y piensa que ella es especial, quiere creer que lo es y no se quiere dejar convencer por esa que piensa que no.
Se siente especial por abrir el pan desastrosamente como lo hace, por ser fanática de las ferreterías y de los helados más empalagosos del mundo. Alejandra quiere que alguien se dé cuenta de eso, y solamente de eso, porque en realidad se quiere casar con ella misma. Quiere que alguien se quede mirándola, como ella cuando contempla los perros que juegan en la playa, sonriendo, triste y contenta.
Siente que pasa su vida en los colectivos, inventa historias, divaga.
Ese día ella creía tener pánico por el amor de él, en cambio, se fue triste porque él no la quería (Él, que era una representación de “Los hombres”, una personificación de su ego, no porque tuviese un nombre)
X dijo un montón de verdades que son mentira, ella mientras escuchaba se daba la libertad de mostrar su cara de tristeza, de sueño repentino, de pensar en ella sin cesar, cara de querer irse.
X hablaba, se mentía se atajaba, ¡cuán reflejada se veía en él! En esa gran contradicción. Dijo que quería todo de verdad, y creyó entenderla, pero él sólo quería jugar.
Espera ser mágicamente especial para cierto tipo de gente que esbozó sentir afinidad de extrañeza con ella, lo espera de gente con poco, o nada de significado en su vida.
Se deprime por deporte, o porque no quiere, no de nuevo, hablar de lo que realmente le pasa, (dice que no lo sabe.)
Aplaca el aire que hay dentro de ella
y hay más gente que piensa como ella
y aunque a veces se le hace mas fácil el respirar eso tampoco significa nada.

Alejandra necesitaba entender, no desde ella, sino desde él, lo que le sucedía. Entones lo escucha, esta vez atentamente.
Sí me acuerdo..¿Es extranjera?
__Si es francesa como la madre .. pero ella no sé si no sabe o no le gusta hablar en francés.
A Sarah la conoció en la escuela en el tercer año de la secundaria Alejandra se sintió atraída hacia ella porque parecía ser mucho más grande, y ella siempre se había llevado bien con gente más grande, le llamaba la atención, sin embargo no hizo ningún intento para acercarse, quería escatimar esfuerzos de simpatía .
Pero finalmente se rieron del mismo chiste, uno que contaron en una película de Woody allen, y por una instantánea soberbia se hicieron amigas, compartiendo el tesoro de un humor “culto”.
Sarah sabía hablar francés a la perfección pero no lo hacía porque se resistía a ser diferente. Tenía una timidez extrema, pero una vez que se lograba tener acceso a su vida, cuando se había cruzado la barrera de intimidad se disfrutaba de la verdadera Sarah, la graciosa Sarah, la adorable (aunque despreciable para el desconocido)
Hija única, cómoda en la reserva de su casa. Se entretenía mucho tiempo en su cuarto que quedaba en una especie de altillo en un departamento de Barrio Norte.
Vivió hasta los 6 años en Francia, volvieron porque Marianne estaba cansada de su país y Roberto lo extrañaba. Ella no se acuerda mucho, simplemente le quedó la imagen de la torre Eiffel en la retina, era de algo que no podía olvidarse y no lo podía comparar con las fotos porque el ángulo que ella tenía era particular, se acuerda de unas personas y de puestos de comida, del color de las rejas alrededor de las rosas, y después la ve de lejos desde una auto como en una postal, ahí ya sabía que se iban a ir.
Era inteligente, acertada en sus comentarios, para Alejandra era exquisito escucharla en esos días de furia que con una ironía puntillosa ubicaba personas mal ubicadas, esos comentarios los hacía en la intimidad, pues se avergonzaba enormemente de su cinismo, quería ser naturalmente modesta, esa modestia que el modesto no sabe que posee. Seleccionaba obsesivamente las palabras destinadas a objetivos específicos. Cruel, hermosamente cruel con personas como X.