1 de julio de 2011

She

"Estoy llegando tarde", leyó del celular que ella le regaló para poder mantenerlo al tanto de ese tipo de información. “OK”, respondió él mientras coordinaba la napoleónica tarea de escribir con el dedo gordo, al tiempo que sus piernas intentaban trasladarlo con vida de una punta a otra de la Av. 9 de Julio.
Se le presenta extraña tanta normalidad, ella contándole cosas, contando con él con total descaro, como si en un punto no fueran enemigos. No puede negar que se siente verdaderamente bien todo eso, tanta falta de poesía, tanta cotidianeidad.
Ella a la mañana corría para no llegar tarde a trabajar mientras le ofrecía desayunar; él también corría sin reflexionar en ese momento sobre ellos, sólo tomaba té rápidamente, disfrutándola. Se despedían y en la puerta concertaban la próxima vez que se verían en una fecha exacta. Hablaban por teléfono para contar el final de la anécdota cuyo principio conocieron esa mañana, o los planes del día siguiente.
“No está nada mal eso, no”, pero Lucía es tan diferente a él que no sabe si simula. "Es tan diferente…”
Al hablarle describe con lujo de detalles cada situación para sentir que ella captura sus significados, y cuando ella  asiente, él no termina de creerle. No cree que alguien que no sea él, o todas esas personas que también son un poco él, pueda comprender lo que siente. No puede hacerla partícipe de sus discrepancias internas.
Ella se incorpora sobre la cama y lo mira durante un rato.
__ ¿Qué estas pensando? Le pregunta.
__Nada.
Borrando al instante de su mirada algún indicio de proceso mental.
Ella apoya la cabeza sobre su pecho, él la abraza y con la mano derecha le corre el pelo de la cara, se inclina y besa su cabeza. Ella estalla en llanto, voltea y se lleva las manos a la cara, como si tuvieran que contener al rostro de su transfiguración. Él la observa atónito con sus brazos como huellas de donde ella se arrancó. Deja ver su rostro con el registro del llanto y sentencia: __ Quiero que nos separemos.

22 de mayo de 2011

LAS MANZANAS. P.5. final

Parte 5: "Lo que toda revista femenina debería decirnos"

Ahora que está aburrida porque descubrió que no tiene ninguna obligación, y que si no hace esas cosas que tiene que hacer nada pasa, el mundo no cambia, puede abandonarlo todo. Entonces ahora le vuelve a molestar que ellos no la quieran, x1, x2, x3, x4. Ninguno, ella no quiere a ninguno, eso se lo repite incesantemente para lograr convencerse de que no tiene que sufrir por aburrimiento.
Últimamente está teniendo un sexo estúpido, casual y adolescente; le gusta que sea así de superficial, sin embargo no puede dejar de compararlo con el pasado para sentir una gran decepción.
Y no esta segura pero en realidad tiene ganas de ser otra. Un día va a ser un test para saber si todas las personas quieren ser otras, o si la mayoría tiene pánico a las mismas cosas que ella, y cargan encima la pena de pensar que son los únicos que lo sienten.
¿Usted Sr le tiene miedo a la muerte?
¿Usted señora en realidad no querría matar a su hijo para hacer exactamente lo mismo que él está haciendo, y no tener la obligación de retarlo?
¿Usted Señorita, no pensó que quería ser una excelente arquitecta, artista, matemática, filósofa y nunca, nunca tener un chico que no la llama en la cabeza mientras estudia, y lo tiene?
¿Usted Señorito no piensa mientras esa chica se duerme que tiene que huir antes de enamorarse? Sí hágalo, pídale un taxi.

Pensar en el pasado la hacia quedarse paralizada con una sonrisa congelada en su cara, como si fuese feliz en ese momento por algún tipo de acontecimiento simultáneo a su recuerdo de felicidad.
La nostalgia lo consumía todo, extrañaba lo que acababa de hacer, la manera de moverse como imaginaba había sucedido. Una porción de fantasía acomodaba las cosas para que sucedieran tal como en su cabeza. No podía dejar de estar fascinada y triste por la belleza de las cosas que experimentaba, la desilusión también formaba parte de esa fantasía cotidiana, la desilusión por la gente que ya parecía la iba a desilusionar, por ser simplemente como era previsible que fueran. Él era una nueva desilusión que estaba experimentando, quizás para sentirse viva, aunque sabe, ya sabe lo aburrido que va a ser todo. Entonces probablemente lo que haga por la simple responsabilidad de saber que “ya es grande”, es dejar que lo que sabe que a va a terminar mal, dure menos de lo esperado. Por eso le dice vamos al cine o hagamos algo, pasan ese tiempo juntos y monologan, sabe, sabe que esta errada.
Se quedo pensando en cómo justificar su nueva manera de comportarse, y por supuesto la encontró, siempre se perdonaba todo. Había llegado a la conclusión de que ésta se justificaba porque todos los caminos conducen a Roma, ella iba a Roma. Sufrir para ser feliz se justificaba tanto como bloquear sus sentimientos, para en un futuro amar como se lo propuso el día que se sintió feliz, y que decidió cuál era la verdad de las cosas, de la vida, del fútbol y del amor. Se daba la absolución porque también se la habían dado sus amigos más cercanos. Ella necesitaba parar para pensar, y creer que dudaba, que dudaba… (Con la maravillosa connotación que tiene esa palabra desde que la dijo Duchamp)
La noche se hace presente, el parque necesita ser cerrado y ellos se despiden hasta la próxima. Van hacia direcciones opuestas, se van alejando el uno del otro con ritmos diferentes hasta que ya no comparten la misma cuadra. Él mira el reloj y piensa en su madre, ella se mira los pies y se pregunta si sus zapatos serán del número correcto, esa es una duda que nunca se puede sacar.
FIN

13 de abril de 2011

Las Manzanas. P 4

continuación Parte 4.-

Se enamora de todo,
del olor de las cosas,
del color de las cosas (del modo)
Del alivio.

Se enamora de todo por un rato,
y después piensa,
Después no quiere a nadie,
y sabe que ella tiene la culpa.

Llora porque nadie se enamora de ella
no los que ella necesita,
no sabe a quien necesita,

Hace tiempo que nada la entusiasma demasiado,
pero quiere seguir viviendo, porque no tiene motivo para morir.
Se siente demasiado,
siente vergüenza
                                 La reflexión de la muerte y la vida siempre le pareció un tema interesante para pensar y debatir en el colectivo.

Estaba por comenzar un espectáculo de rock, o algo por el estilo. No era que le agradara ver bandas de rock, pero eso y un trago de Gancia era el programa más estereotipado e ideal para esa noche. Se sentó en una mesa empotrada a la pared y ordenó su trago, después de un momento se acercó un chico y le dijo que el estaba sentado allí, que había ido al baño, pero que no le molestaba compartir la mesa. Ella le dijo que gracias por dejarla quedar pero que no tenía realmente ganas de hablar. Tenía una lapicera y una servilleta sobre la que escribir, pero él comenzó a interrogarla, ella le respondía sin mirarlo a la cara, para confirmarle que no era su intención hablar esa noche. Él le hizo varias preguntas y confesiones a la vez, y ella después de un rato se disculpó seriamente y le dijo que prefería cambiarse de lugar, él dijo no ofenderse.
La banda comenzó con sus primeros acordes y no era tan mala, después del primer estribillo podía tararearse toda la canción. Ella miraba el movimiento de los integrantes tratando de descifrar sus roles en el grupo, era un análisis de psicología barata de martes por la noche. El cantante se meneaba para todos lados y casi besaba pasionalmente el micrófono, llevaba puesto una vestimenta de clown oscuro, las mangas de su remera- vestido acariciaban el escenario; Y sus enormes zapatos negros hacían lucir su cuerpo demacrado y patético. Detrás de él se situaba toda la banda en un orden casi jerárquico. El guitarrista y el bajista en la misma línea horizontal, uno sobre la izquierda y otro sobre el lado derecho, llevaban también vestimentas negras y parecidas entre todos, pero sin tanto artificio. El que cargaba la guitarra era muy parecido corporalmente al cantante y también se movía como una estrella, parecía que las caderas iban a salirse de su eje. El baterista era casi invisible detrás de una montaña de instrumentos, pero golpeaba enérgicamente el conjunto de percusión, sobresaliendo también de esa manera.
Los escuchas que eran entusiastas parecían ser amigos o conocidos del grupo, las demás personas eran indiferentes como si realmente no estuviera pasando nada, sin embargo notaban que algo sucedía cada vez que debían gritar para hacerse entender entre ellos.
Alejandra prendió un cigarrillo para ser una figura repetida a la vez que seguía el pulso con sus pies sobre la silla que no la dejaba llegar al piso. Separaba esa realidad en trozos complejos. Un pedazo de todo abarcaba: Un poco de música con un movimiento de un integrante, más una bocanada de humo, más un trago del alcohol, un segmento del bullicio desinteresado y el barman faginando una copa. Era realmente una exquisita despedida. Después de analizar la totalidad de esos fragmentos, se bajó del banco, prendió un cigarrillo, abrió y cerró la puerta tras de si, y tirando el cigarrillo teatralmente dijo: __Bueno, ya está.

20 de marzo de 2011

Las Manzanas P4

Parte 4 "Despertares"

Se levantó esa mañana después de un largo vendaval, salió de su pieza y se alegró al saber que se encontraba sola. La casa estaba en penumbras, levantó las persianas y una luz fosforescente la encandiló dejándola inmóvil, luego se retiró del resplandor lentamente para no quedarse ciega en el trayecto y se dirigió al baño.
Estaba con sueños recientes en el pestañear cuando se miró al espejo. Tenía marcas en la piel y la cara hinchada como desfigurada, el seño fruncido como un gesto permanente. Se asustó al verse así, se lavó la cara, e interiormente dijo: _Bueno ya está.
Debía terminar con todo eso, y encontró modo de darle un final ritual, prendió la computadora para poner música, una música que la hiciera sentir viva y no la hiciera llorar, una música que le diera ganas de bailar.
Abrió las canillas de la ducha y lentamente el vapor comenzó a empañar las paredes y el espejo, hasta que los vértices del cuarto se desvanecieron. Se desvistió sin mirarse (porque todavía se odiaba) y se entregó al agua reparadora, a la lluvia que deja atrás todo, formadora de nuevas vidas. Se enjabonaba la planta del pie con dedicación en tanto el chorro de agua golpeaba sobre su nuca y esparcía una lluvia de agua violenta que se repartía entre su cuerpo y la porcelana de la bañera. Tras concentrarse en su respiración, siguió con especial atención el descender de una breve pared de agua desde sus rodillas hasta hacer dique en los dedos de sus pies. Después de ver el agua estancada, giraba sobre si misma para dejarla irse por el desagote. Y mientras imaginaba ese espectáculo en cámara lenta, sonreía por haberse convencido de darle un final definitivo a todo eso.
Tenía la piel suave y el pelo enrulado. Después de secarse se envolvió en una toalla y se dispuso a vestirse. Fue hasta la habitación en busca de ropa. Tenía que ser la ropa adecuada para el día y el estado de ánimo, una mala elección podía arruinarle el día, algo demasiado inusual podía hacerla sentir incómoda, una demasiado casual desprolija, una ropa demasiado elegante, ridícula. Eligió un par de prendas para combinar y se puso a deliberar frente al espejo. Se decidió por un Jean y una musculosa rayada en blanco y negro, se ató el pelo en un rodete casual y buscó las llaves, plata, un libro y un objeto donde llevar todo eso.
Salió de la casa rumbo al centro, a algún cine, en búsqueda de algo que tuviera la certeza le gustaba. Las dos cuadras hasta la parada del colectivo las hizo con una mirada fresca como si cada paso fuera un recorrido nunca antes transitado, al llegar al centro y caminar por su avenida favorita, abría los ojos y levantaba las cejas con cada persona que pasaba, con cada negocio que contemplaba. Era la mirada de un extranjero entusiasta por cada centímetro a degustar.
Todo lo que hacía tenía una predisposición a la felicidad desconcertante, parecía una parodia de las personas que deseaba ser. Movía los ojos hacia todo, y esbozaba una sonrisa lejana, desplazándose de forma fantasmal, demasiado invisible como para ignorar.
Era alrededor de medianoche cuando llegó a un bar situado en el Bajo de Retiro, en una calle cercana a la Av. Além, el lugar daba la impresión de esta cerrado y ella dudó ya que era un día de semana, pero se sentía poderosa, dueña de terminar con todo eso de una vez por todas, entonces empujó la puerta de vidrio que impedía ver lo que sucedía en el interior, corrió la puerta con todo el cuerpo y entró. Había un par de personas distribuidas por el lugar en pequeños grupos, no dudó en ningún momento sobre el sentarse sola, para eso había ido, para no disimularlo.

22 de febrero de 2011

Las Manzanas P. 3

Parte 3

Pero Alejandra se obstinó en salvar su bondad sobre sus determinantes juicios y decidió no enterrar a X sino escucharlo con una calma dulce y serena. La sensación de estar siendo humilde le embelesaba el alma, y la conciencia interrumpía ese romance consigo misma para recordarle que ella no lo hacía por buena voluntad sino por amor propio. La conciencia decía que era mejor asesinarlo, que aguantarlo para ejercitar la paciencia y las buenas acciones. Para ese entonces se sentía una especia de beata con dolores de estómago de represión.
Le dieron ganas de tomar helado como en aquellos pasados años con G.W y CH. Cuando se encontraban durante todo el verano en el soleado San Telmo, y ella llegaba siempre tarde y ellos siempre la esperaban casi sin recriminaciones. Eran tardes tan calurosas como aquella, muchos años después cuando lo conoció a Iván.
Fue en la Plaza Dorrego, en un carnaval espantoso en que los mocosos tiraban una porquería de espuma que se pega en el pelo y es atroz, mezclada con el bochinche de murgas mal organizadas. Alejandra había ido a parar en ese lugar, porque estaba suspendida en el tiempo y no podía moverse, el calor la había inmovilizado y anestesiado, no sabía de dónde venía. Se quedó mirando todo ese espectáculo con admiración, como si en realidad le gustara. Entonces apareció la voz de él, él que llevaba ya dos horas al lado de ella, haciendo nada, riéndose, porque él sí admiraba a esa gente.
Iván le dijo:__ ¿Querés que te ayude?
__Bueno.

Entonces se fueron caminando hasta constitución, y ella rogaba que no la mojaran, porque sino iba a morir del odio. Pero ahora se sentía protegida por él, porque le inspiró confianza, porque se ofreció a salvarla, y ella aceptó. Se tomaron el subte hasta retiro y de allí el tren, en tren hasta el tigre, y en tigre había un aire fresco que le hizo pensar más claramente, como si su mente se poblara de poros y pensó que se estaba sintiendo bien, a sus anchas, y que la única manera de amar el calor era estando en un lugar fresco. Él le sugirió se tomaran una lancha colectivo hacia las islas, pero ella se sintió atormentada por un recuerdo, un presentimiento, algo pendiente...
___Prometí estar en mi casa antes de que oscureciera. Eso era lo que no me acordaba.
___Esta bien, volvemos?

La palabra natural:

__A veces siento que estoy con gente con la que me gustaría hablar sin tener en mi mente un pensamiento paralelo que lo confunde todo
__Querría que fuera todo
__Que fluya si que sea
__Natural
__Natural
Para siempre, juntos para siempre. Diferentes pero al fin juntos, como dos seres perdidos en el universo que se encuentran, así de fácil y maravilloso, un universo del mismo idioma.
Ella dudaba, más bien tenía mucho miedo de qué él se enamorara de ella, de que él no se enamorara de ella ni ella de él. Pero fue con la única persona que se dejó de preocupar todo el tiempo, porque se dio cuenta que podía tenerle una confianza eterna, nunca tenía miedo a que la dejara de querer, ni viceversa, armonía, como en un jardín de té.
El sol bajaba gradualmente mientras X y Alejandra permanecían sentados del lado que da a la avenida Rivadavia, al lado había un árbol de varios años, que tenía alrededor un cantero gigante y las ramas más lejanas a la raíz necesitaban una especie de remache para poder sostenerse. Parecía una árbol triste, que había observado nostálgicamente los cambios de rededor durante largos años sin un comentario de recriminación.
Rodeaban el cantero unas altas rejas de color verde y Alejandra las miraba con una tristeza exagerada, recordaba con una aflicción desconsolada cuando las personas se sentaban en ese cantero, cuando podían tocar la tierra y el tronco del viejo árbol; contempló girando la cabeza sobre su cuello, primero para un lado y después para otro, que todo el parque estaba ahora tras las rejas, tenía puerta y horario de visita, carteles prohibitivos en cada lado, la vereda exterior a la reja señales para la circulación de bicicletas. No era más un refugio, el parque era un pedazo de cemento color verde, y ahí sobre un árbol caído casi escenográficamente sobre el césped, estaban Alejandra y X. El fondo actuaba como partícipe de tal infamia, la infamia de matar el tiempo.

18 de febrero de 2011

Las manzanas P. 2

Parte 2:

A veces se saca la ropa y piensa en el amor, en la manera más plástica de desvestirse. Antes pensaba en el ojo de dios mirándola y le producía terror y vergüenza, pero ahora piensa en una cámara con ojos de gente sensible que la mira y piensa que ella es especial, quiere creer que lo es y no se quiere dejar convencer por esa que piensa que no.
Se siente especial por abrir el pan desastrosamente como lo hace, por ser fanática de las ferreterías y de los helados más empalagosos del mundo. Alejandra quiere que alguien se dé cuenta de eso, y solamente de eso, porque en realidad se quiere casar con ella misma. Quiere que alguien se quede mirándola, como ella cuando contempla los perros que juegan en la playa, sonriendo, triste y contenta.
Siente que pasa su vida en los colectivos, inventa historias, divaga.
Ese día ella creía tener pánico por el amor de él, en cambio, se fue triste porque él no la quería (Él, que era una representación de “Los hombres”, una personificación de su ego, no porque tuviese un nombre)
X dijo un montón de verdades que son mentira, ella mientras escuchaba se daba la libertad de mostrar su cara de tristeza, de sueño repentino, de pensar en ella sin cesar, cara de querer irse.
X hablaba, se mentía se atajaba, ¡cuán reflejada se veía en él! En esa gran contradicción. Dijo que quería todo de verdad, y creyó entenderla, pero él sólo quería jugar.
Espera ser mágicamente especial para cierto tipo de gente que esbozó sentir afinidad de extrañeza con ella, lo espera de gente con poco, o nada de significado en su vida.
Se deprime por deporte, o porque no quiere, no de nuevo, hablar de lo que realmente le pasa, (dice que no lo sabe.)
Aplaca el aire que hay dentro de ella
y hay más gente que piensa como ella
y aunque a veces se le hace mas fácil el respirar eso tampoco significa nada.

Alejandra necesitaba entender, no desde ella, sino desde él, lo que le sucedía. Entones lo escucha, esta vez atentamente.
Sí me acuerdo..¿Es extranjera?
__Si es francesa como la madre .. pero ella no sé si no sabe o no le gusta hablar en francés.
A Sarah la conoció en la escuela en el tercer año de la secundaria Alejandra se sintió atraída hacia ella porque parecía ser mucho más grande, y ella siempre se había llevado bien con gente más grande, le llamaba la atención, sin embargo no hizo ningún intento para acercarse, quería escatimar esfuerzos de simpatía .
Pero finalmente se rieron del mismo chiste, uno que contaron en una película de Woody allen, y por una instantánea soberbia se hicieron amigas, compartiendo el tesoro de un humor “culto”.
Sarah sabía hablar francés a la perfección pero no lo hacía porque se resistía a ser diferente. Tenía una timidez extrema, pero una vez que se lograba tener acceso a su vida, cuando se había cruzado la barrera de intimidad se disfrutaba de la verdadera Sarah, la graciosa Sarah, la adorable (aunque despreciable para el desconocido)
Hija única, cómoda en la reserva de su casa. Se entretenía mucho tiempo en su cuarto que quedaba en una especie de altillo en un departamento de Barrio Norte.
Vivió hasta los 6 años en Francia, volvieron porque Marianne estaba cansada de su país y Roberto lo extrañaba. Ella no se acuerda mucho, simplemente le quedó la imagen de la torre Eiffel en la retina, era de algo que no podía olvidarse y no lo podía comparar con las fotos porque el ángulo que ella tenía era particular, se acuerda de unas personas y de puestos de comida, del color de las rejas alrededor de las rosas, y después la ve de lejos desde una auto como en una postal, ahí ya sabía que se iban a ir.
Era inteligente, acertada en sus comentarios, para Alejandra era exquisito escucharla en esos días de furia que con una ironía puntillosa ubicaba personas mal ubicadas, esos comentarios los hacía en la intimidad, pues se avergonzaba enormemente de su cinismo, quería ser naturalmente modesta, esa modestia que el modesto no sabe que posee. Seleccionaba obsesivamente las palabras destinadas a objetivos específicos. Cruel, hermosamente cruel con personas como X.

11 de febrero de 2011

Las manzanas P. 1

(éste texto lo terminé en 2004, lo voy a publicar por partes porque es un poco largo, espero les guste)

Parte 1:    "Sábado"

Ella se deprimió por pensar demasiado, y en toda la conversación nunca dijo toda la verdad, eso sólo lo había hecho con G.W.
Esa situación era una gran parodia de ella misma, de lo que deseaba.
Era un sábado de Abril, sentados sobre un árbol caído en el parque Rivadavia, se encontraban Alejandra y X. Gozaban de la naturaleza más salvaje: el césped a sus pies, las hormigas sobre los árboles, las regaderas automáticas perseverando sobre los charcos. Un día soleado, optimista como ninguno.
Alejandra ponía todo el peso del cuerpo sobre la pierna derecha, al momento se acalambraba y cambiaba de pierna, X era inquieto y no lograba sentarse ni mirarla a la cara.
Hacía largo rato que repetían una rutina mentalmente exhaustiva, iniciaban una conversación, se transformaba en discusión y luego en silencio. No valía luchar por nada de lo que decían, pero tampoco abandonar esa escena. Ella creía que podía crear un vínculo con la perseverancia, con actitud voluntariosa se convenció empezar a escucharlo sin subestimarlo.
Recordó la primera vez que fue soberbia sabiendo que esa palabra tenía una mala connotación. Tenía 5 o tal vez 6 años, y lo sintió hacia una compañera de preescolar cuyo nombre no recuerda, sin embargo tiene una fotografía de ella en un acto escolar, y cada vez que la ve en esa pose tan torpe, se justifica...

Ella era más determinante en su cabeza que con lo que salía de su boca, decía que debería decir cosas más determinantes, pero se aburría de escucharse, no sabía cómo debería actuar. En un momento puso la mano debajo de la pierna que tenía estirada y le quedaron las marcas del tronco en la palma, era una presión casi dolorosa pero le entretenía el momento que él hablaba.
Lo empezó a mirar detenidamente como con cierto afecto. Él no dejaba de moverse, durante un breve relato podía cambiar de posición varias veces, incluso estando sentado. Ahora frente a ella él se paraba sobre el peso de un pierna, con las manos en los bolsillos hamacaba el peso hasta la otra pierna, repetía ese movimiento constantemente.

Alejandra acudió a Nicolás en ese preciso momento, intentaba rescatar el ambiente en donde todo sucedió, cómo era ella en aquel momento. Quería presenciar ese pasado con claridad para tratar de descubrir en ese hombre, la falla, el gen maldito de todas las relaciones malditas. En él podría hallar el comienzo, las primeras decisiones erróneas que luego se hicieron parte de un movimiento instintivo, casi reflejo; Buscaba desesperadamente el momento exacto en que sucedió el tropiezo fatal.
Cuando se acuerda de las cosas que sucedieron con él se justifica alegando que era la primera relación de todas, siente una tristeza infinita cuando se acuerda de ella de esa manera, débil y enamorada, aún ahora no puede superar el dolor que alguna vez sintió, esa soledad que se experimenta al lado de alguien.
Él fue una pieza fundamental en el historial de angustia amorosa de Alejandra, era un chico lindo, vanidoso, tenía una sensibilidad especial y una sinceridad demoledora. Alejandra aprendió de él en un curso acelerado todas las actitudes adulto-bastardas que suceden en las relaciones adulto-emocionales. Recordaba esos momentos en búsqueda de una respuesta, pero sólo logró transformar esas memorias en imágenes y escenas irreales de su cabeza. Nunca encontró lo que buscaba en esa práctica del recuerdo, ella necesitaba extraer el por qué.
El día que lo conoció percibió que él la miraba atravesándola, pero hizo caso omiso de su percepción porque él era muy lindo como para mirarla, (los lindos se miran entre sí) pero después se dio cuenta que la miraba a ELLA y se sintió halagada. Pero no sabía nada del amor, y se enamoró, porque era muy chica. Ahora sabe como son las cosas, y es más triste, más superficial.

X hizo un ademán que daba entender que ella debía responderle algo, entonces se quedo mirándolo, rió, y le dijo: “¿qué?” __”Nada, te contaba nomás no era para que me respondieras”. Qué suerte, pensó Alejandra, qué suerte.
Hizo nuevamente un intento y le preguntó cosas, una lista inmensa, para identificarse y quererlo un poco al menos por vanidad. Él exhibió de manera talentosa, un inventario de cosas desagradables, todo lo que revelaba que ella no debía estar allí, todo lo que la alentaba a juzgarlo, en ese momento lo odió por obligarla a ser cruel.